Amiati Etzioni
La Tercera Vía hacia
una buena sociedad. Propuestas desde el comunitarismo.
Editorial Minima Trotta. Madrid
2001
Amitai Etzioni es un conocido comunitarista,
propulsor de la llamada nueva regla de oro, que defiende un equilibrio entre
la autonomía que el ciudadano ha de gozar en toda sociedad y el orden
que debe reinar en ésta. En este libro el autor condensa en un número
breve de páginas todo un estudio sobre cómo ha de ser una buena
sociedad al amparo de los presupuestos de la Tercera Vía.
El texto, que es un resumen certero, sucinto y completo del credo comunitarista,
comienza diciendo que en toda sociedad hay tres elementos que la constituyen:
la comunidad, el Estado y el mercado. La buena sociedad es aquella que logra
un equilibrio entre estos tres elementos. Combinar estos elementos en busca
del equilibrio es un arte, pero a la hora de hacerlo se debe tener en cuenta
el siguiente principio: "tratar a la gente como fin en sí misma".
Las relaciones que deben guiar la buena sociedad son relaciones "yo-tú",
es decir, de fines y no meramente relaciones de medios, que son las del tipo
"yo-cosas". Las relaciones de medios se dan en las relaciones comerciales
o económicas del mercado. ¿Cuál es el ámbito donde
se dan las relaciones de fines? La comunidad.
El fundamento de la sociedad -apunta Etzioni- es doble. Por un lado, las relaciones
yo-tú que se dan propiamente en los lazos familiares; por otro, un conjunto
de valores y significados sociales compartidos. Ambos aspectos son propios de
cualquier comunidad. Entonces, si potenciamos directamente la comunidad estaremos
mejorando la sociedad.
Las relaciones de la comunidad no son como las relaciones que se dan en el voluntariado,
donde no se trata a todos como fin, sino que unos sólo dan y otros sólo
reciben. Las relaciones que se dan entre los individuos de una comunidad se
engloban dentro de lo que llamamos mutualismo que, a diferencia con el voluntariado,
se basa en un compromiso moral no limitado de antemano. En opinión de
Etzioni una buena sociedad se sustenta mejor en base a organizaciones de servicios
mutuos (mutualismo) que mediante el voluntariado.
De este modo, dentro de la comunidad se da ese núcleo de valores compartidos,
un conjunto de valores morales, que están cimentados sobre el principio
"tratar a la gente como fin en sí misma". Etzioni nos previene
del peligro del legalismo. Para él la conciencia moral es anterior a
la ley, y ésta sólo debe promulgarse si sirve para secundar un
determinado valor moral. Etzioni -de manera prudente- recuerda que cada uno
de los elementos que constituyen la sociedad han de tener un límite,
la comunidad, por consiguiente, también. De ahí que la determinación
de lo que está bien o lo que está mal no puede descansar en exclusiva
sobre la comunidad. En toda comunidad hay derechos y responsabilidades. No se
puede negar los derechos básicos a nadie, aunque su conducta no sea la
esperada por el resto de la comunidad. Se debe rechazar todo tipo de exclusión
social. Para establecer esas restricciones en la comunidad se pueden entablar
diálogos morales públicos que son necesarios para generar cambios
en las conductas personales y colectivas.
El Estado -según Etzioni- se debe encargar de la seguridad, de la salud,
de garantizar el cuidado medioambiental y coordinar las acciones para su protección,
y de mejorar la "certidumbre", o sea, la celeridad en la detención
del delincuente y en la posterior ejecución de la justicia. Además,
es tarea del Estado controlar el mercado, ya que un mercado sin control puede
perjudicar las relaciones "yo-tú" hasta conseguir que las relaciones
"yo-cosas" acaben dominando la comunidad. Tanto el Estado como el
mercado no deben de perder de vista el fin último de la sociedad que
es cuidar de todos los ciudadanos como si se tratasen de un fin en sí
mismo, por eso la labor más importante de la sociedad es potenciar la
comunidad, porque es en ésta donde, realmente, se dan las relaciones
de fines.
Se postula que la economía se ha de basar en el conocimiento y no en
los bienes materiales. La ventaja está en que el conocimiento es un bien
que se puede compartir y nunca se agota, en cambio los bienes materiales son
proclives a consumirse.
Ahora bien, tratar a la gente como fin en sí misma equivale a establecer
una semejanza entre todos y por tanto, se defiende una igualdad entre todos.
La buena sociedad será aquella que arbitre medidas que eviten la progresión
creciente de los niveles de desigualdad entre los ciudadanos.
Finalmente, como conclusión, Etzioni nos resume que para cambiar la cultura
actual, en la que parece que los bienes materiales son los únicos fines
que interesan, es necesario generar un diálogo en busca de una contracultura
que quiera llegar a constituir la buena sociedad: una sociedad virtuosa.
Desde luego que la temática es actual y que en estos últimos años
son varios los autores que enarbolan la bandera del cambio cultural. Que la
solución está en buscar una cultura de fines y no de medios parece
claro, pero no parece tan viable cuando todavía perviven los ideales
de la cultura del "mercado". Tras la lectura del libro se queda uno
ponderando los caminos posibles hacia un futuro mejor. El texto indudablemente
ayuda a la reflexión y tiene la frescura de lo nuevo y atrayente.
El autor, consumado experto en la materia, trata de mostrar que sus ideas tienen
una base científica, y para ello acude a la experiencia con el fin de
argumentar, con ejemplos reales, toda su postura. Se agradece la claridad y
el orden en la exposición de las ideas que hablan muy a favor de la Tercera
Vía.
El libro está muy bien traducido y editado y, sin duda, contribuirá
a la reflexión política pública en los meses por venir.
Josu Ahedo Ruiz